Habla vaga
La frase "estoy mortalmente herido" debe de ser muy antigua en todos los idiomas, no tanto como los primeros hombres mortalmente heridos, desprovistos del habla, pero muy próxima a ellos. Estoy mortalmente herido. A veces se lo dice uno a sí mismo con la extrañeza que proporciona asistir al propio acabamiento y a veces al compañero de batalla, al médico castrense, al brujo, al sacerdote. La habrán pronunciado héroes y cobardes, creyentes y agnósticos, notarios y aparejadores, no siempre en su sentido literal, pues posee también una carga metafórica muy útil para expresar pérdidas sentimentales importantes. Ahora mismo, mientras usted lee la oración "estoy mortalmente herido", miles de seres humanos la estarán pronunciando también en las escaleras del metro de una gran urbe donde han sido apuñalados, al pie de un tanque donde han sido heridos o en el bar en el que acaban de ser abandonados. Estoy mortalmente herido. ¡Cuánta gente mortalmente herida mientras nosotros leemos el periódico!
El caso es que había un individuo que no pronunciaba bien dicha oración gramatical. En vez de "mortalmente herido", le salía "mortmente herido", por lo que acudió a la consulta de un logopeda que le recomendó un amigo de toda la vida. Una vez diagnosticado ("habla vaga" o algo semejante), se le recomendó la práctica de una serie de ejercicios que debía repetir cada día frente al espejo. Así lo hizo el hombre, que primero logró pronunciar algo parecido a "mortlmente" hasta que a base de trabajar y trabajar le salió un mortalmente normal, como el de usted (aunque no como el mío, pues tengo problemas con la ele). Cuando el logopeda, tras felicitarle por su tenacidad, le dio el alta, el hombre preguntó si ahora que decía bien la frase estaba más o menos mortalmente herido que antes, a lo que el especialista no supo qué decirle.
Juan Jose Millás, aqui
Sem comentários:
Enviar um comentário